Arquitecto uruguayo experto en planificación urbana, ordenamiento y desarrollo territorial. Como profesional se ha desempeñado en  el área de la planificación y gestión, tanto pública como privada. Es Profesor de la Maestría de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano de la Universidad de la República y  responsable del área de Urbanismo en la Universidad ORT.
Fue Director Nacional de Ordenamiento Territorial de Uruguay y desde allí trabajo en la Ley de Ordenamiento Territorial y en una Política Nacional de Costas.
Coordinó el Proyecto de Apoyo a la Transición de los Gobiernos Departamentales de la Cooperación Española y PNUD, en coordinación con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto de la Presidencia.


En tiempos de crisis, en épocas de crecimiento.
Por lo menos en la experiencia de los últimos años lo que veo es que las crisis marcan empujes de la informalidad en todo sentido (la economía informal por ejemplo). En el empleo y en el hábitat cuando vuelven las épocas más estables o de crecimiento moderado no se vuelve al estado anterior, hay una irreversibilidad de los efectos de la crisis. La ciudad no tiene capacidad de recuperarse, parecería que hay ciertos efectos de los periodos de crisis que van acumulando problemas.
Es muy complejo una vez que se alcanzan ciertos umbrales. Creo que el deterioro urbano y social tiene como escalones. Cuando se cae un escalón hay un salto cualitativo y se vuelve difícil recuperarlo, porque ya no es un tema de grado, hay una reproducción de la pobreza que se generó en un ciclo de crisis y cuando viene un ciclo de bonanza eso no significa que automáticamente se vaya a revertir.


No tenemos todavía la inteligencia política, la voluntad o la capacidad de reacción. Las políticas tipo planes de emergencia son eso: planes de emergencia, pero no necesariamente significan un avance sustantivo en la inclusión social.
Es necesario pasar a estrategias de inclusión con mirada de más largo plazo, el problema es que las variables que ahí juegan son variables con mucha inercia como la educación, por ejemplo. El retorno al sistema educativo de los que se salieron o de las nuevas generaciones implican un desafio importante a resolver. El problema es que los aparatos educativos son verticales y muy jerárquicos, en nuestros países por lo menos, y les cuesta mucho integrar lo territorial.
Sin duda el desafío es como integrar la variable territorial, si pensamos la reproducción de la pobreza, por ejemplo, es territorial y la capacidad de respuesta del sistema educativo frente a eso es casi nula. La política no puede ser abstracta o sectorial tiene que, de alguna manera, integrarse en políticas sectoriales más amplias.



Micro-fragmetación, periferia y responsabilidad urbana.
Eso marca una micro-fragmentación ya que al hablar de fragmentación hay que tener en cuenta la escala. Para mí hay un fenómeno de micro-fragmentación en las nuevas periferias donde eso sucede, donde coexisten el polígono del barrio cerrado con la villa o el asentamiento y ahí hay una responsabilidad muy grande del urbanismo; porque en definitiva es el urbanismo el que permite o no, como política, que se construya o no ciudad en fragmentos cerrados y sin responsabilidad sobre el entorno. La respuesta urbanística a eso sería siempre trabajar con unidades de actuación más amplias y que cualquier polígono de residencia de clase media o media alta, sea cerrado o abierto, tenga que ser corresponsable de una unidad de actuación mayor.

El barrio cerrado es la unidad para el desarrollador y para el cliente, pero no podría ser la unidad para la ciudad. La ciudad tendría que tener una unidad más amplia; que se previera, se planificara y que los costos de urbanizarla recayeran en parte en este tipo de emprendimientos privados. Esa es la única forma práctica que yo veo sobre todo si se admiten estos desarrollos, me parece que la única forma es vincularlos a unidades de actuación mayores y hacerlos corresponsables.

Macro-fragmentación, mercado y Estado.
Después tenemos la macro-fragmentación; ahí es más complicado porque uno podría pensar que de la micro-fragmentación, en un proceso evolutivo, se va pasando a cierto nivel, no digo de integración, pero al menos de coexistencia o con algún tipo de vínculo positivo. Ahora la macro-fragmentación en donde un gran sector de ciudad se va haciendo cada vez más homogéneo en la pobreza plantea otros desafíos, porque esos sectores de ciudad pasan a depender exclusivamente del Estado, no tienen ningún otro tipo de proceso de mercado en el cual apoyarse sino solo de las políticas públicas.
La macro-segregación genera grandes territorios condenados a la dependencia, a no tener capacidad endógena de desarrollarse, en ese sentido, la perdida de la mezcla social es una catástrofe. El Estado es corresponsable de esa macro-fragmentación.


Las políticas de vivienda encaradas como políticas sectoriales aun con una intencionalidad social pero con una mirada no territorial, con poca conciencia de lo territorial, se han dedicado a concentrar pobreza. Porque allí están los terrenos baratos donde se pueden colocar los grandes conjuntos habitacionales, entonces el efecto final es negativo, perverso.
Las ciudades están atrapadas en esto y no tienen estrategias concretadas para responder a esta macro-fragmentación. El discurso pareciera que se estancara en una discusión entre centro y periferia, se siguen exaltando las virtudes del centro y se sueña con que esa población va a volver al centro cuando quizás estamos negando una realidad que está allí y que no va a cambiar: gran parte de la población ya está instalada y reproduciéndose en esas periferias donde se concentra la pobreza, entonces es ahí donde hay un vacio de políticas.


Los centros y las periferias.

Existe el fenómeno del abandono de los centros por parte de las clases medias y medias altas. En otras épocas era tradicional que en el centro estuviera representada toda la pirámide social, en algunas ciudades se mantiene y en otras a tendido a perderse, entonces los centros quedan debilitados en su composición social. Este fenómeno se ha vivido en otros países más intensamente, como es el caso de Estados Unidos donde en los años 70 los centros empezaron a vaciarse de clase media, entonces allí la pobreza concentrada está asociada al centro mientras que en nuestras ciudades puede estar asociada al centro pero principalmente se da en el suburbio.

Lo público y lo privado: entre las plusvalías y la corresponsabilidad.
Hay dos caminos potencialmente complementarios pero que en sus extremos son diferentes. Uno sería la preocupación del Estado por recuperar plusvalías originadas en el desarrollo urbanístico sobre la base de que, en muchos casos, esas plusvalías responden a cambios de la normativa. El estado cambia la normativa y se genera un valor adicional y parece justo que, através del estado, la comunidad recupere parte de esa plusvalía. Esta recuperación puede darse en la forma de un aporte monetario por parte del desarrollador que luego va a un fondo de desarrollo urbano donde el Estado Municipal lo aplica a sus programas sociales.
Otra modalidad, que puede ser complementaria o no, es concebir que esa recuperación de plusvalía se aplique directamente a un desarrollo en la zona donde están los emprendimientos con una idea de unidad de actuación mayor. Tienen ventajas y desventajas. La primera opción parecería tener la ventaja de que le permite al municipio ir diseñando sus políticas sin atarse a la contingencia de saber donde van a "caer" los emprendimientos privados y a su vez le permite atender zonas de prioridad que quizás no coincidan con el lugar donde está el emprendimiento. También tienen desventajas: hay una amenaza de que el sistema se vuelva rutinario y así se convierta en un suerte de impuesto o tributo, esto conlleva que a la hora de ser aplicado se haga como una obra pública tradicional con todas las ineficiencias que ello representa.


El otro modelo es el Urbanismo Concertado en tiempo real: en el mismo momento en que se desarrolla un emprendimiento privado asociarlo a la inversión para la mejora de un entorno mayor. La ventaja que tiene es que obliga a imaginar soluciones creativas y más exigentes para un territorio concreto. Introduce una mentalidad de proyecto en la acción redistributiva, en lugar de que se diluya en políticas genéricas.

La ciudad inclusiva
Habría que pensar políticas inclusivas en donde la ciudad es un escenario, un soporte o un ámbito y políticas en donde la ciudad es protagonista. Creo que en eso está el desafío, generalmente las políticas sectoriales de salud o educación, por ejemplo, han estado más acostumbradas a pensarse como políticas en la ciudad; la ciudad es un soporte, y quizás lo que hoy estamos necesitando es un enfoque más territorial que en algunos casos ya se está adoptando.

Se intenta dejar de mirar a la ciudad solo como un soporte de los servicios, se trata de pensar como la propia estructura de la ciudad está influyendo en el proceso de inclusión o de exclusión. Es importante reconocer que la forma de la ciudad tiene impactos sobre el desarrollo social, la forma no es neutra. En ese sentido si tenemos que pensar en una ciudad inclusiva, yo creo que evitar la macro-fragmentación manteniendo una heterogeneidad social a nivel de las aéreas de escala intermedia, de las grandes ciudades o de las metrópolis, es un desafío concreto. Cuáles son las políticas para eso; creo que es un tema que está todavía muy abierto.

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